Domingo de elecciones en Chile. En una de las madrugadas más frías en lo que va del año, las primarias enfrentan a los cuatro aspirantes del oficialismo. A diferencia de la primaria anterior, esta vez en la derecha no hubo acuerdos para concretar las primarias, por lo que a las urnas llegarán solamente los partidarios de la coalición de gobierno. El arco de centro-izquierda incluye al Partido Comunista, Acción Humanista (luego de que Pamela Jiles les tomara el Partido Humanista a los seguidores de Silo), el Frente Amplio (refugio final de todos los colectivos y partidos con fecha de vencimiento surgidos al alero de la revuelta estudiantil de 2011), Socialismo Democrático (Partido Socialista y PPD, representantes orgullosos de dos décadas de ex-concertación), el Frente Regionalista Verde (ex-concertacionistas descolgados), y el Partido Liberal, que no consiguió ni siquiera las firmas requeridas para poder participar en la primaria. Además, es la primera jornada electoral con voto voluntario, luego de implementarse el voto obligatorio desde los fracasados procesos plebiscitarios.
A cuatro años del gobierno de centro izquierda de Gabriel Boric, la participación en estas elecciones fueron la primera gran prueba electoral del oficialismo.
Estamos en Peñalolén, en una sede electoral que es un colegio entre la popular Las Parcelas y Av. Grecia. Es una de las 32 comunas de Santiago y alberga a 185.841 electores. Como todos los domingos hay feria en la calle Consistorial, unas cuadras más abajo del recinto electoral. La mañana registró una mínima de -2ºC de temperatura cerca de las 8 y media de la mañana. Unas horas después, pese al frio la feria está bullente, los tomates a mil pesos, lechugas a 700 o betarragas a 600 son la oferta que pregonan los comerciantes. En el ajetreo nadie habla de las elecciones, de los candidatos ni de política. Si hay un joven enjuto y una chica que se hunde en su abrigo haciendo una encuesta a los feriantes, la que registran con la cámara del celular. Preguntan sobre la situación económica y una de las feriantes, una señora enjuta de gruesos lentes y un pañuelo que le amarra el pelo, responde que está mala la cosa.
– ¿Tiene alguna forma de medir que está más malo que antes?- pregunta la joven enterrada en su abrigo.
La feriante se explaya: cuenta que antes compraba treinta cajones y los vendía, en cambio, ahora apenas cinco y el resto se lo tiene que quedar. Que la otra vez invirtió como 300 mil y se quedó con las cosas. En la cámara queda registrado el malestar de la verdulera, su lógica aritmética como emprendedora y, sobre todo, las palabras la forma como expresa esta queja, la que se dibuja en los rostros de no pocos. El tenor de la conversación es rico en datos para el diseño de cualquier estrategia electoral, las formas de hablar del pueblo y expresar su malestar. Mientras los militantes oficialistas están concentrados en su primaria, alguien avanza en una feria recogiendo preciosos datos sobre las demandas del mundo popular y sus modos de expresión.
– Se nota que está mala la cosa – remata la verdulera de gruesos lentes- porque la gente no anda con plata para comprar.
La feria se extiende en la calle Consistorial entre Las Parcelas y Tagua Tagua, calle que dos cuadras hacia arriba alberga cuadras y cuadras de coleros, y unas ocho hacia abajo, llegando un mercado chino esparcido en las cunetas apenas un par de cuadras arriba de Tobalaba. Venden detergentes más baratos que en el supermercado, harina y azúcar de 1 kilo traída de Argentina, yogures y postres próximos a vencer, maceteros, libros usados, vajilla de loza antigua, miel de ulmo del sur, choripanes, discos rallados y un cuanto hay. Así está funcionando la economía para varias familias chilenas. Se echa de menos la inversión pública y las personas se transforman en emprendedores. Estamos bajo políticas de responsabilidad fiscal, según pregonan las autoridades del Ministerio de Hacienda.
En una esquina más abajo un colero que vende verduras comenta sobre las primarias. Dice que no participa porque el gobierno ha sido una decepción para él. “Salí a protestar para el estallido, me comí tanta lacrimógenas allá en el centro y ¿para qué? voté por Boric, llegaron al gobierno y se olvidaron. No hubo retiro ni ayudas”.
Una casera que espera que el tipo le envuelva el trozo de zapallo lo mira, no comenta nada.
“Así que en adelante votaré por la derecha”- prosigue el verdulero, levantando el tono.
La casera recibe la bolsa y se va.
Para qué discutir, si no hay mucho que defender.
QUE DICEN QUIENES VOTAN
En torno del colegio que es local de votación no hay muchos vehículos. Tres carabineros estiran las piernas aburridos, mientras uno bosteza. Cae la tarde y dos carteles cuelgan desde la reja del colegio con flechas señalando la entrada. Adentro hay más de una decena de personas.
Francisca, mientras espera a alguien apoyada en una reja me recalca que está por cumplir los 19. Cuenta que vino a votar “porque igual sirve para opinar cuando salgan los presidentes y poder decir si le gusta o no. Y poder tener una voz”.
Consultada respecto de si sus grupos cercanos también participan de la elección, comentó que “mi familia votó, no toda, pero gran parte vino a votar temprano. Entre mis amigas… no vinieron a votar. Yo quise venir para después tener una opinión cuando salga el presidente y decir me gusta o no me gusta”.
Roberto viene saliendo de la votación enfundado en un abrigo de cotelé y del brazo de su pareja. “Uno tiene que tener concientización con el tema de las votaciones el día de mañana, más si es que sale tu candidato”- responde cuando consultamos por qué vino a votar. “Sobre todo con la juventud -prosigue- que partido le tira más la persona. Con lo que pasó con Boric la juventud ya está”.
– ¿Qué pasó con Boric?- pregunto.
– El tema del CAE.. Ahí la dejo… Lamentablemente ese el tema, el del CAE. El tema de los estudios. Hay que preguntarle a Boric, por eso la gente va a votar por la derecha. Por eso la juventud hoy en día declinó un poco, sobre todo de esto, de las primarias- argumenta.
“En mi caso voto pa’ estar bien yo. No ando tampoco dando consejos a alguien para que vaya a votar, lamentablemente es tan decepcionante el tema”- comenta antes de despedirse.
También consultamos a José, quien viene saliendo raudo mientras un auto lo espera afuera. “Uno tiene que estar al día con los concejales, con los alcaldes, todos comentan la comuna. Es importante”- recalca antes que el primo lo meta al auto y parta.
Pillamos luego a Manuel, quien espera a uno de sus hijos, un veinteañero que también vino a votar en las primarias. “Yo participé por un tema de un deber cívico, creo. Y creo que también esto se está mostrando mucho en la gente joven, en los chiquillos jóvenes. Es súper importante venir a votar. Si sale tu candidato o no, es importante hacerlo, porque estás representando tu opción de voto”- cuenta.
Manuel es optimista con el futuro. Comenta que “los cabros jóvenes están votando más. Si mucho más que antes, los chiquillos creo que están tomando conciencia de todo lo que está pasando en el país. Mira, en cierta manera, todo lo ven por el lado de la delincuencia, pero la delincuencia siempre ha existido, ahora se está acentuando más por la gente mala que está llegando de otros países, no voy a decir de qué país. Esta pasando eso por lo mismo, independiente del gobierno que esté. Por lo menos nos van a representar el que elijamos”.
LA DOS
A las seis en punto en las distintas salas del colegio los vocales cierran las mesas. Como están desde temprano quieren puro irse para la casa. Hay un trámite que dura unos diez a quince minutos, nos dice la presidenta de la mesa 31, y después comienza el conteo.
Hay un local de completos cerca del colegio. Adentro varias parejas esperan en las cinco mesas disponibles, mientras tres chicas venezolanas atienden. Junto a un ventilador apagado un televisor transmite las noticias del conteo de los votos que recién comienza. Las parejas siguen en su mundo (en sus celulares), alguien pierde unas monedas de cien pesos en una máquina tragamonedas y otro se afana apostando en una máquina justo debajo del televisor, en donde muestran el conteo en mesas de Ñuñoa, Las Condes, Santiago centro y Valparaíso.
No hay gran interés, a ratos los comensales miran hacia el conteo, pero vuelven a sus micropantallas sin comentario alguno. Al rato llega un treintón de parca negra con su hija pequeña, se aproxima a la televisión y saluda el triunfo de Jara. “Bien, bien”- dice. Nadie responde. Todos siguen en la suya.
Volvemos al colegio y el conteo lo han hecho tan rápido que ha finalizado. No hubo si apoderados de mesa visibles. En una sala hay una fila de personas con cajas de plástico y papeles que deben entregar a los jefes de local. Todos están presurosos por irse, hace frío y aún no se observa a alguien de algún comando. Pregunto por los resultados entre quienes esperan entregar esos documentos y me comentan que “la primera, que es la dos, sacó 97 votos, la Tohá sacó 27 y el Winter, sí el Winter sacó 13”. El otro candidato, que ninguno recuerda el nombre, sacó 4 votos. Los vocales de otras mesas me cuentan que fue parecida la diferencia. “La número dos sacó 128 votos en mi mesa y 156 en la de al lado”- recuerdan.
Les consulto si metieron su voto a la urna y apenas un tercio reconoce haber participado. En Peñalolén acabaron votando 23.970 de los 185.841 electores, es decir el 12,9% del padrón electoral y que dista mucho de las primarias de 2021, cuando participó un 27,41%.
Entre los candidatos desconocidos por varios vocales de mesa, a nivel comunal Jeannette Jara obtuvo 13.988 votos (59,92%), muy por delante de Carolina Tohá, con 6.703 sufragios (28,71%). Pese a tener la alcaldía, el Frente Amplio obtuvo apenas 2.065 votos con Gonzalo Winter (8,85%), por debajo del promedio nacional. En tanto, 589 personas votaron por Jaime Mulet (2,52%).
Al final del patio se divisa una sala en donde aún hay un par de mujeres vocales de mesa. Traen presurosas las cajas plásticas y unos papeles en la mano. Les consulto respecto de quién ganó.
– Ah es que no me acuerdo. La que sacó más acá es la… la… la dos. Sí, la dos.
– Jara- respondo.
– Sí, esa la Jara.
Mauricio Becerra R.
El Ciudadano