La normativa termina con la rígida preferencia de los matrimonios por sobre otros postulantes y prioriza el interés superior de niños, niñas y adolescentes.
El pasado jueves 31 de julio, el Presidente Gabriel Boric promulgó la Ley de Adopción en una ceremonia en el Palacio de La Moneda, poniendo fin a 12 años de tramitación. La ley, que representa un hito histórico, busca modernizar el sistema y agilizar los procesos, respondiendo a una deuda que el Estado tenía con la infancia vulnerada.
A diferencia de la antigua normativa, que databa de 1999, la actual elimina la priorización a los matrimonios sobre las personas solteras o parejas con acuerdo de unión civil. Este cambio establece que lo crucial en el proceso de adopción no es el tipo de familia, sino la capacidad de esta para “cuidar, amar y sostener”, según palabras de la ministra de Desarrollo Social y Familia, Javiera Toro. La antigua ley, que en su momento fue considerada un avance, hoy en día queda obsoleta frente a la evolución social del país.
Mientras que anteriormente los procesos de adopción podían extenderse por años, dejando a los niños en un limbo legal y emocional, ahora se establecen tiempos más acotados para determinar si un menor se revincula con su familia de origen o si es declarado susceptible de adopción. El tribunal respectivo evaluará la reunificación familiar en un máximo de 12 meses, lo que evita la prolongación del sufrimiento de los menores y, según la subsecretaria de la Niñez, podría duplicar el número de adopciones anuales.
La nueva ley también permite que los menores adoptados mantengan contacto con su familia de origen de forma voluntaria, un aspecto que no existía antes y que da importancia a su propia identidad. También da la posibilidad a las familias de acogida, que hayan cuidado a un niño, niña o adolescente por al menos 18 meses, de solicitar su adopción, reconociendo el vínculo creado.
El presidente Gabriel Boric destacó el compromiso social detrás de esta ley y enfatizó en el rol de la ciudadanía en la creación de políticas públicas. También hizo hincapié en el fin de los prejuicios, declarando que: «el amor es amor, independiente de la familia que se tenga», sostuvo.
Con su publicación, Chile no solo actualiza su normativa legal, también da un paso en la protección de la infancia corrigiendo falencias históricas y promoviendo el derecho de los menores a crecer en un entorno familiar que los cuide con amor, sin importar su composición.