El BRICS, originalmente formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha evolucionado hacia el denominado BRICS+, incorporando nuevos Estados como Irán, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
Si eso fuese poco, desde el 1 de enero del 2025 el BRICS ha sumado la categoría de “Estados Socios”, lo que ha permitido la entrada de Kazajistán, Indonesia, Tailandia, Bielorrusia, Malasia y de nuestro continente Cuba y Bolivia. Desde inicios del 2025 el BRICS+ engloba al 51% de la población mundial y el 40% del PIB del mundo.
La cooperación financiera de naciones poderosas, que tradicionalmente no invertía en el que Estados Unidos ha considerado su “patio trasero”, llegó para quedarse no solo en Latinoamérica sino en el Sudeste asiático, en África y el Mundo.
Desde el Tratado de Varsovia en adelante, Chile adoptó una decisión geopolítica alineada con Estados Unidos y con la Alemania nazi refugiada al otro lado del Atlántico. Esta postura se dirigió en contra del comunismo latinoamericano, el cual quedó aislado e intentó resistir al avance del fascismo en la región. Esta resistencia fue enfrentada militarmente por agentes de la OTAN y por las oligarquías locales en todo el mundo occidental.
Las Fuerzas Armadas chilenas fueron sometidas a un proceso de adoctrinamiento que las llevó a levantar las armas contra su propio pueblo, simplemente por pensar distinto, abrazar ideas de izquierda o por mantenerse leales al presidente democráticamente elegido, Salvador Allende. Esta reacción respondió a órdenes del que se suponía era el “hermano” de Chile: Estados Unidos. Con la complicidad de su aliado local, Agustín Edwards —quien controlaba la banca, la prensa y “tesoros” de la economía chilena que vendió por el mundo en beneficio de una corona en particular— se promovió una agenda que, durante décadas, benefició a intereses extranjeros, contribuyendo a perpetuar una “falsa independencia” en América Latina.
La política muchas veces divide al instalar una posición y ésta vez parece que lo que Chile debe considerar, es lo económico, hacer buenos negocios no a espaldas del pueblo, industrializar el país y llevar porvenir a la gente y territorios, con los socios que desee y sin intervencionismo político extranjero como se viene avizorando en el lobby nortemericano.
Las preguntas que Chile debe hacerse en términos económicos son: ¿Quién ofrece las mejores condiciones? y ¿Quién cumple su palabra con hechos concretos? Además, que un país cumpla con estos criterios no debería ser impedimento para establecer acuerdos con otros, ya que el asunto no es político, sino práctico, económico y estratégico de largo plazo.
A nuestro parecer, China podría aportar mucho más al desarrollo de Chile si las decisiones económicas del país no estuvieran condicionadas por vínculos políticos de compadrazgo con un “socio” que prefiere jugar a la guerra comercial en lugar de fomentar la cooperación y la integración de mercados.
China y BRICS podrían hacer mucho por Chile si la clase política no siguiera pagando favores a quienes han sido históricamente sus financistas y se pusiera por delante criterio realidad y pragmatismo en las decisiones económicas.
Durante muchos años, desde la administración Bush hasta la de Obama, Estados Unidos mantuvo una relación comercial mutuamente beneficiosa con China, en la que se dejó de lado lo político para dar prioridad a los negocios (conocida como “Chimerica”). Sin embargo, en la actualidad, Estados Unidos ejerce presión mediante lobby sobre los mandatarios latinoamericanos —y sobre el gobierno chileno en particular, incluida su Cancillería— para evitar la relación armónica con las fuerzas de la multipolaridad.
Esto no puede permitirse en un país soberano, que debe tener la libertad de tomar sus propias decisiones, hacer negocios con quien lo desee e integrarse a los bloques económicos que considere convenientes. Más aún cuando estas relaciones generan oportunidades concretas para el país, con inversiones en áreas estratégicas y estructurales de la economía nacional.
La Vicecanciller Gloria de la Fuente tras consulta de El Ciudadano ha señalado que Chile sigue a BRICS+ con “mucha atención” reconociendo la evolución del grupo de países, y reconoció que “Chile va a estar disponible para seguir evaluando estas posibilidades”…
Por su parte, el presidente Gabriel Boric ha confirmado su asistencia a la próxima cumbre del BRICS, que se llevará a cabo en Brasil. Sin embargo, desde la Cancillería ya han dejado en claro que esto no implica, necesariamente, que Chile vaya a integrarse al bloque.
Chile tiene el desafío de sumarse a todas las opciones de integración que fortalezcan su inserción internacional, sin exclusiones ideológicas.
Que al Presidente Boric le incomode esté Rusia en el grupo, como se ha ventilado, no puede ser la razón que deje fuera a Chile de un grupo donde hay muchos otros actores y habrá millonarias inversiones.
Tome nota Presidente, en Rusia han operado por años compañías estadounidenses interesadas en su gas y recursos hasta el día de hoy lo siguen haciendo, los mismo en Ucrania. Si lo que usted quiere es condenar es la guerra, entonces rompa relaciones totales con Israel de plano y el argumento del no querer ser parte de BRICS podría ser más coherente. Haga como el Presidente Lula quien dijo “Yo no quiero tener relaciones comerciales con Estados Unidos o China, quiero con los dos”. Deje usted un legado de importancia para el país en materia internacional.
Para concluir esta entrega, quiero señalar que, al realizar una escucha social sencilla en redes, se puede tomar el pulso de la ciudadanía, y la mayoría prefiere a China como socio comercial por sobre Estados Unidos. En una encuesta realizada por nuestro medio de comunicación, pudimos constatar que un 88 % de la población está a favor de que Chile forme parte del BRICS.
Y el BRICS no viene solo. Trae consigo a el NDB (New Development Bank) el que ha permitido el desarrollo de proyectos estratégicos de infraestructura en distintos países que se han sumado al bloque.
Si comparamos los fondos de inversión del NDB, con los del BID o el Banco Europeo de Inversiones (BEI) e incluso el CAF, hoy Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, vemos que la Banca Europea tiene un mayor interés en su propia región y en África que en Latinoamérica y que el NDB en cambio viene aumentando progresivamente su interés en invertir en Latinoamérica.
En un contexto global cada vez más competitivo, rechazar recursos frescos destinados a la inversión en Chile por motivos políticos que carecen de fundamento racional resulta contraproducente. Más cuando el supuesto aliado geopolítico ha tomado la senda del “America First” y el proteccionismo.
Es imprescindible que Chile mantenga una visión estratégica y pragmática, priorizando el bienestar nacional por sobre intereses ideológicos o presiones externas. Solo así podremos aprovechar plenamente el potencial que ofrecen nuevas fuentes de financiamiento e inversión, consolidando un crecimiento sostenible y diversificado.
Por Bruno Sommer
Fundador El Ciudadano